Vecinos de Villa Lugano se oponen a la construcción de túneles en el barrio: Temores por seguridad y destrucción del centro comercial

La construcción de tres túneles bajo las vías del Belgrano Sur en Villa Lugano ha generado una creciente resistencia entre los vecinos del barrio. Las obras, impulsadas por el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires y retomadas hace siete meses por el jefe de Gobierno, Jorge Macri, estuvieron paralizadas durante más de cuatro años debido a la oposición vecinal. El proyecto, que busca mejorar la circulación vehicular y peatonal, ha sido recibido con rechazo por la comunidad, que teme un aumento en la inseguridad y la destrucción del centro comercial de la zona.
El conflicto por los túneles
El plan contempla la construcción de tres pasos bajo nivel en menos de cuatro cuadras, una medida que, según los vecinos, traerá más problemas que soluciones. La principal preocupación es la seguridad, ya que la zona ya sufre un alto nivel de robos, especialmente en el cruce de las vías del tren. Los residentes temen que los túneles, al estar mal iluminados y ser zonas de tránsito peatonal reducido, se conviertan en focos de delitos. “Casi todos los días hay robos en el cruce de la vía, imaginate lo que puede pasar en los túneles”, alerta Mónica Nasso, una vecina de la zona.
El rechazo a la obra también se debe a los impactos que tendría en el tránsito y en la economía local. Roberto Mustillo, arquitecto y residente de Lugano, explica que los túneles reducirán los carriles de circulación de seis a solo dos, lo que podría generar embotellamientos en un barrio que hasta ahora no sufre grandes problemas de tráfico. “Es como apretar una manguera. El barrio, que no tiene problemas de tránsito, va a pasar a tenerlos”, señala Mustillo.
Impacto en el centro comercial y la tala de árboles
Otra de las preocupaciones es la afectación al centro comercial ubicado sobre la calle Murguiondo, una de las arterias principales del barrio. Los vecinos temen que la construcción del túnel peatonal en esta zona haga que las líneas de colectivos modifiquen sus recorridos, alejándose de los comercios y reduciendo el flujo de clientes. “Esta obra va a pauperizar el centro comercial, se pierden fuentes de trabajo y se hace más inseguro el barrio”, advierte Mustillo.
El proyecto también implica la tala de 39 árboles centenarios, una medida que ha indignado a los residentes. En un esfuerzo por detener la destrucción de estos árboles, varias vecinas se encadenaron a ellos para evitar que las topadoras avanzaran. Ariel Pradelli, uno de los vecinos opositores, cuenta que lograron frenar temporalmente la tala, pero la amenaza persiste. “Estos árboles tienen más de cien años de historia, y arrancarlos de raíz es un atentado contra el patrimonio del barrio”, afirmó Pradelli.
Movilización vecinal y propuestas alternativas
La resistencia al proyecto ha sido enérgica. Los vecinos han recolectado más de 6.000 firmas en contra de la obra y presentaron un amparo colectivo en el Juzgado de Primera Instancia en lo Contencioso, Administrativo y Tributario N°4, a cargo de la jueza Elena Liberatori. Además, realizaron una movilización masiva la semana pasada para manifestar su rechazo.
Tanto los vecinos como los especialistas han propuesto una alternativa: la construcción de un viaducto que eleve las vías del tren, similar a lo realizado en barrios como Chacarita y Villa Crespo con el tren San Martín. Mustillo sostiene que un viaducto sería una solución más costosa, pero más beneficiosa a largo plazo. “Un viaducto abriría calles y generaría suelo urbano debajo de la estructura, lo que permitiría más estacionamientos y comercios. Esta obra, aunque cara, traería más riqueza al barrio”, asegura el arquitecto.
La propuesta del viaducto permitiría también potenciar la estación de tren como un punto de transbordo clave, ofreciendo a los usuarios mayor seguridad y comodidades. Sin embargo, hasta ahora, el Gobierno de la Ciudad no ha mostrado disposición para dialogar con los vecinos sobre esta opción.
Futuro incierto
Mientras las obras continúan, los vecinos siguen luchando para detener lo que consideran un proyecto que perjudicará gravemente al barrio. Aunque lograron frenar temporalmente la tala de árboles, el avance de la obra sigue siendo una amenaza latente. Los residentes insisten en que no están en contra del progreso, pero exigen que se discutan alternativas que beneficien a todos sin destruir el tejido social y comercial de Villa Lugano.
“Nosotros no estamos en contra del progreso, lo que queremos es discutir cómo hacer el proyecto”, concluye Pradelli. Mientras tanto, el futuro del barrio permanece incierto, con un conflicto que pone de manifiesto las tensiones entre las necesidades de desarrollo urbano y la protección de los espacios comunitarios.