16 octubre, 2025

El 7 de junio pasó un nuevo aniversario del día del periodista. Un día que, desde hace 83 años, celebra a todas aquellas personas que tienen la vocación de contar su verdad. Su celebración evoca al nacimiento de La Gaceta de Mariano Moreno que, 200 años atrás, tenía la imperiosa necesidad de ser el instrumento para poder dar a conocer los motivos, cambios y consecuencias de los hechos en proceso. Con un claro sentido militante, buscaba generar en la población un acuerdo con los intereses de la causa revolucionaria para que sea acompañada masivamente.


Poco ha cambiado a lo largo del tiempo. La prensa escrita, oral, audiovisual y virtual siguen en la búsqueda de dar a conocer determinadas verdades (en el mejor de los casos) que se nos presentan en función de los intereses del medio. Pero, ¿están todas las verdades al alcance de la mano? Ante el revuelo actual de una sobrecarga de información a la cual se accede por múltiples vías, es difícil “separar la paja del trigo”. Algunas noticias se repiten con tanta insistencia que tapan otras que podrían interesarnos tanto o más. Otras son lisa y llanamente censuradas. 


La verdad suele ser una de las primeras víctimas de cualquier guerra. En la actual coyuntura de la invasión rusa a Ucrania, la censura a RT y Sputnik por parte de la Unión Europea llama la atención por el cinismo. Que el gobierno de Putin ejerza una abrumadora influencia sobre la prensa local está dentro de lo esperable. Ahora bien, cuando la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, declara que intentarán evitar que “la maquinaria mediática del Kremlin difunda sus mentiras” se abre el debate sobre la libertad de expresión en el seno de Occidente.


El pasado 11 de mayo la periodista de la cadena Al Jazeera, Shireen Abu Akleh, fue asesinada en Cisjordania. Una bala calibre 5.56 mm lanzada por un Ruger M 40, un fusil de precisión estadounidense que usan las fuerzas israelíes, le atravesó la cabeza mientras cubría una operación militar en un campo de refugiados de Yenín.


Las censuras y los crímenes contra periodistas son moneda corriente a lo largo de la historia. Lo novedoso de los últimos tiempos en los que transitamos la Cuarta Revolución Industrial es que todo este avance en materia de tecnología y comunicaciones está generando un efecto contrario al ideal esperado; pues se está perdiendo la capacidad de comunicación inteligente en el mundo. Hoy día estamos viendo una degradación acelerada del lenguaje en donde la población lee menos y espera que los mensajes comunicacionales le lleguen dosificados y, si es posible, con elementos visuales que faciliten su comprensión.


Las redes sociales se han convertido, en estos últimos años, en un ámbito presente en la agenda de los profesionales de la información. Los medios de comunicación también se han visto afectados tanto a nivel estructural como de contenidos. No solamente se han alterado los antiguos modelos de producción de noticias, sino que también se han abierto de par en par las “puertas” del medio a contenidos generados por el usuario.  Los lectores no solamente condicionan la agenda noticiosa, sino que incluso dirigen y orientan la práctica informativa. No en vano, el periodismo interactivo es aquel que hace posible la participación activa de los actores sociales que intervienen en todo el procesamiento de la información de interés público. Por lo tanto, sus características esenciales se relacionan con la formación de la opinión pública mediante la creación de públicos deliberantes que dan rienda suelta a la espiral de indignación. Esto explica el éxito de la grieta, ya que se han dejado sin efecto muchos de los antiguos sistemas de autorregulación ética de los y las profesionales de la comunicación. Los contenidos que confirman lo que ya pensamos, los que le agregan leña a la hoguera, son los que atraen los clics que tanto se buscan. Todos los conceptos clásicos de la información se pueden trastocar con el objetivo de atrapar al lector y convocar al scroll por una nota acompañada de las publicidades de turno.


En este contexto, salir a la calle con Voces, una revista con identidad barrial en el anticuado formato de papel, parece ir en sentido contrario a toda lógica. Tenemos el firme compromiso de dar a conocer la disminución en la calidad de la vida de la población, mientras se favorece la concentración de la riqueza en pocas manos. Nuestro norte es informar los sueños existentes en nuestra ciudad, así como los desafíos que se presentan para poder alcanzar estas proyecciones. Consideramos importante elevar los temas que están ocurriendo en los territorios y colocarlos en la agenda de los medios de comunicación nacional, es decir, poner rostro y dar identidad a la información de los barrios. Buscamos promover el diálogo a través de coberturas periodísticas e historias positivas que motiven la creación de puentes y trabajo conjunto entre diversos actores.


Tal vez no alcancemos esos objetivos o que el camino no sea el más acertado, pero no podrán decir que no lo estamos intentando.

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