
En el marco de la lucha contra la inflación en la canasta básica alimentaria, el mes pasado el ministro de Economía, Sergio Massa, lanzó el programa Precios Justos, que absorbe a Precios Cuidados y suma más bienes a una canasta que tendrá cerca de 2000 variantes de productos de alimentación, limpieza e higiene del hogar.
A casi un mes de su implementación, el titular de la Asociación de Defensa de Usuarios y Consumidores (ADDUC) y miembro del Observatorio de precios de la Secretaría de Comercio, Osvaldo Bassano, destacó la eficacia del programa al sostener que hasta la llegada de la iniciativa las empresas habían mostrado “la parte moral más baja y de abuso de poder”.
Sin embargo, Bassano afirmó que el cumplimiento en los hipermercados de Precios Justos “es flojo”. “Falta cartelería. En Capital han aparecido, pero en el interior hay discordancia. Los Precios Cuidados aparecen. Pero más allá de la cartelería encontramos que hay una estabilización y no ha habido incrementos (de precio)”, aseguró en diálogo con Mediodía 750, por AM750.
“Los precios no excedieron el cuatro por ciento de aumento, lo que es una baja muy pronunciada a 4 o 5 meses anteriores, en que estábamos en un 8%”, agregó.
Por esta razón, afirmó que el programa fue un “golpe a la especulación muy fuerte” de las empresas que “hicieron un colchón muy grande”. “Se han dado cuenta, inclusive por amenazas de sanciones muy fuertes de las normas, de que no van a poder seguir jugando de la manera en la que lo venían haciendo”, dijo.
Por otra parte, el titular de ADDUC señaló que estaban “muy interesados” en que la iniciativa se extendiera a comercios de cercanía, porque ahí es donde existe el “70% del consumo de artículos de limpieza y alimentos”.
“La sorpresa es que en algunos casos hemos encontrado precios más económicos que en Precios Justos. Esto demuestra que cuando baja la especulación hay una modificación en la comercialización de alimentos en los comercios de cercanía”, expresó.
E indicó: “No hemos visto baja de precios. Lo que sí hubo es, o que se mantuvo, o que el incremento fue muy bajo”, indicó. Y añadió:
“No puede ser que en un mes no haya habido aumento de precios como en los meses anteriores. Evidentemente las empresas mostraron la parte moral más baja y de abuso de poder. Ahora, con las multas el Estado tiene todas las herramientas para la sanción, las multas y la clausura”.
Por último, contó una pequeña “perlita” que sucedió en el Observatorio de Precios: “En la reunión del Observatorio aparecieron algunas cámaras de empresarios e incluso de los hipermercados y estaban disgustados porque los van a controlar los intendentes. Eso es indicativo de que están preocupados. Por eso creo que ahora van a empezar a cumplir”.
El IPC de noviembre terminó dando un 4,9 por ciento de incremento, número que en el Ministerio de Economía veían posible y que, a la vez, exige lecturas varias para comprender por qué y cómo se pasó del 7,4 por ciento de inflación de Julio bajo la gestión de Martín Guzmán a esta cifra actual, que es la tercera inflación más baja del año, detrás del 3,9 de enero y el 4,7 de febrero. Según contaron a Página I12 funcionarios que trabajan cerca del ministro de Economía, Sergio Massa, hubo mucho de política y ponerle el cuerpo a la micro por parte de Hacienda.
“Estamos yendo en la dirección correcta: el camino para combatir la inflación y llevar tranquilidad a la economía de los hogares es el de generar acuerdos inteligentes y estratégicos, demostrar que los argentinos podemos sentarnos a la misma mesa y tirar para el mismo lado”, les dijo Massa hoy a sus allegados, con los números del INDEC en manos. Y agregó que hay que “combatir la inflación pensando en cada actividad económica y en cada eslabón de la cadena productiva es la única forma de garantizar previsibilidad en la economía argentina”.
En el IPC de noviembre hay mucho componente de muñeca política, en varios casos, sobre todo en dos: Alimentos y Textiles. Ropa y Calzado tuvo un aumento del 4,5 por ciento, cuando durante todo el Gobierno de Alberto Fernández no bajó de 8 o 10 puntos mensuales de aumento, incluso en 2020, cuando por la pandemia estaban cerrados los locales que vendían indumentaria. Cuentan en el Gobierno que hace unos meses, Massa se reunio con los textiles de Protejer y FITA en la sede de la Unión Industrial (UIA). Con modos bastante duros, les dijo que no podían vivir de la ayuda del Estado y matener estos precios. La charla, casi un monólogo de tono alto del ministro, fue áspera. Antes de eso, ya se habían hecho acuerdos de precios con el sector que no habian producido efecto. Luego de eso, se hicieron otros dos, uno incluso de congelamiento de precios de los hilados en fábrica, que sí generaron un cambio y el IPC textil bajó a la mitad.
Con Alimentos pasó algo similar, incluso con mayor impacto al que el Gobierno había medido. Días atrás, el secretario de Comercio, Matías Tombolini, tuvo el reporte de noviembre de evolución del precio de los alimentos en grandes supermercados, a través de un sistema que se llama SEPA, que permite ver la info en tiempo real. Cuando en octubre la inflación general dio 6,3, los alimentos subieron 5,7. En noviembre, ese mismo indicador fue de 3,8. Pero en el IPC final del INDEC, Alimentos dio 3,5 por ciento de alza, menos de lo esperado. Esto ocurrió por dos razones: las alimenticias que no respetaron los acuerdos no tienen dólares para importar, y porque Massa puso un tope de aumento de 4 por ciento para todo lo de canasta básica esté por fuera del congelamiento de precios. Eso terminó ordenando las expectativas más cerca del 4 que del 6 o 7, velocidad a la que venían corriendo esos precios.
Objetivamente, y más allá de lo que digan en Economía, las condiciones fundamentales de la economía no variaron demasiado como para haya cambios tan bruscos desde los números desbocados de julio a hoy: las reservas del BCRA siguen con problemas, la inercia aún es fuerte y la brecha de los tipos de cambio sigue alta. Ergo, hay que mirar por qué un ministro que no es economista sino abogado logró los que los técnicos no pudieron. No es tan complejo de ver si se entiende que la gestión se hizo con política, zanahoria y garrote, y con Massa que comprendió que la crítica del kirchnerismo a Guzmán no era solo la del acuerdo con el FMI, sino la de un funcionario sin contacto con la microeconomía y los sectores y temas de la gente.
Vale decir también que, de haber tenido decisión política, el Gobierno podría haber regulado otros precios para bajar antes de la inflación. Como el IPC es un promedio, si hubiese contenido tarifas, descongelamiento de subsidios y combustibles, la nominalidad hubiese cedido antes. Pero FMI y metas de ahorro fiscal mataron esos objetivos. Tampoco hizo nada para moderar aumentos desmedidos en Prepagas, que será un rubro que pesará en el IPC de diciembre.