16 octubre, 2025

Conversamos con Osvaldo Galati, ex combatiente de Malvinas y sobreviviente del ARA Gral Belgrano. Recordamos la guerra y el criminal hundimiento del crucero argentino.


Osvaldo es un vecino amable, un orgulloso padre de familia que ronda los 60 años. Es difícil adivinar que 4 décadas atrás, cuando todavía era muy joven, las circunstancias lo llevaron a vivir una experiencia que lo marcaría para el resto de su vida, aunque no solo a él, sino, más bien, a todo un país. Acostumbrado a repasarla para sí mismo, para grupos de personas, para auditorios, Osvaldo nos cuenta cómo fue que llegó a estar esa tarde de 1982 a bordo del ARA Gral. Belgrano en el medio del Atlántico sur. 


OG: “Soy clase 1962, en el último año del secundario me sortearon para hacer el servicio militar obligatorio y me tocó la Marina. A la Marina en esa época se entraba por tandas para tener siempre la misma cantidad de soldados, y yo entré con la quinta tanda, la última en ingresar a la Marina. Me incorporé el 1º de septiembre de 1981, y después de la instrucción me tocó como destino el crucero General Belgrano. El 2 de abril estábamos en el puerto reparando el buque, así que no participamos de lo que fue la Operación Rosario (Nota: nombre con el que se conoció al desembarco argentino en las islas). Salimos a navegar 4 o 5 días después para el lado de las Malvinas.


Nuestro entrenamiento era básico, ya habíamos navegado anteriormente, habíamos hecho ejercicios navales y demás. En esa navegación, la última que hace el crucero, salimos con todo el material militar necesario. Fuimos a hacer prueba a la Isla de los Estados, le tiramos todo tipo de munición en prueba y bueno, la munición que habíamos cargado no servía. Así que fuimos a la cárcel de Ushuaia un jueves y viernes santos. Descargamos todo a pie, desde el muelle hasta la cárcel. Lo que hoy es un museo en esa época era un depósito de material explosivo. Cambiamos toda la munición y volvimos a cargar. Recuerdo que fue un trabajo arduo porque las cajas, por ejemplo, las que correspondían a mi puesto que era una antiaérea de 40 mm, cada caja pesaba aproximadamente unos 40 kilos, y todo ese trayecto había que llevar y traer cajas. Lo terminamos el domingo de pascuas. Así que una vez que habíamos cargado toda la munición nos dimos al mar. Fuimos hacia el sur de las Islas Malvinas.


Yo era soldado, jamás habría sido un militar en mi vida. Lo que menos tengo es de militar. Es más, yo antes del servicio militar era más hippie de lo que te puedas imaginar. Pero bueno, eso era obligatorio y uno lo tenía que hacer.


Cuando nos enteramos que se habían tomado las Malvinas, que fue en el discurso que nos dieron el 2 de abril en el puerto, no te voy a decir que uno como pendejo no sentía sensaciones encontradas. Por  un lado, sabiendo lo que era una guerra, yo tengo abuelos que habían estado en la 2º guerra mundial y te pasaba un poco de escalofríos en los huesos, y también uno sentía orgullo de estar en un momento histórico para el país, para Argentina.

Después vendrían las decepciones por lo que pasaba, pero cuando tenés 19 años no pensas mucho en los riesgos, siempre uno piensa que es inmortal y que no le pasa nada.”


P.: ¿Qué imagen tenías sobre la dictadura? ¿Recordás la movilización del 30 de Marzo?


R.: Era mi última licencia y estaba en casa. Era la movilización de Paz, Pan y Trabajo de Ubaldini. Yo no militaba en ningún partido político pero iba al Club Pinocho y tenía unos amigos de mi edad que ya estaban en la facultad. Esa misma noche tenía que tomar el tren para volver al servicio, pero a la mañana me fui a Plaza de Mayo con los compañeros. Me acuerdo de la brutal represión, de los gases lacrimógenos, de mi amigo Pablo que había llevado un montón de bolitas para los caballos, porque en ese momento era la montada la que reprimía. Llegué con lo justo a casa como para salir a tomar el tren para Constitución y de ahí para Bahía Blanca. ¿Cómo uno podía pensar en una carrera militar? A mi me daba escozor. Imaginate que hice todo el secundario bajo el régimen militar, donde me prohiben escuchar ciertas músicas, un montón de cosas. Lo detestaba. Pero  el servicio militar había que hacerlo y no hubo otra manera. y ese día llegue corriendo para poder tomar el tren. Lo que menos me imaginaba es que tomaba el tren y ya nada iba a ser como antes, que todo iba a cambiar.


P.: Es difícil de entender para los que no vivieron los sorteos. ¿Cómo era ese momento? ¿Cómo se vivió en tu familia? ¿Que sentías por los que “zafaban”?


R.: A mi me sortearon en el año 80. Era mi último año del secundario, 6to año. Escuchábamos por la radio la Lotería Nacional que iba cantando los números y según la terminación del documento sabías si te tocaba o no. Si tenías menos de 200, eras un número bajo, y de ahí para arriba te tocaba. Si salía 700 y pico sabías que era para la Marina. De mi división nos tocó a 10. Al resto le tocó un número bajo, tuvieron suerte. Te la tenias que bancar, sabías que perdías un año, que no podías estudiar, no podías hacer nada. Pero en casa era normal porque a todos les tocaba el servicio militar. Tengo un hermano mayor que era de la clase del ´56, que no tuvo que hacer el servicio militar porque la 56 y 57 cómo pasó de 20 a 18 años, no le tocó. Pero fue el único de la familia. Y entre mis amigos a no todos les tocó, muchos tuvieron suerte.

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