LLA y PRO sellan alianza electoral en la Ciudad: pragmatismo, tensiones y disputa por el poder

Karina Milei y Mauricio Macri acordaron compartir la boleta en CABA, sin símbolos amarillos y con el PRO en segundo plano. El pacto apunta a conservar poder en la Legislatura y blindar el respaldo parlamentario al Gobierno nacional.
Después de semanas de negociaciones discretas y un sinfín de especulaciones, La Libertad Avanza (LLA) y el PRO confirmaron su alianza electoral en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. El entendimiento fue sellado por dos de las figuras más influyentes de ambos espacios: Karina Milei, secretaria General de la Presidencia y arquitecta política del oficialismo, y Mauricio Macri, ex presidente y fundador del partido amarillo. Según fuentes de ambos sectores, el anuncio oficial es inminente, pero los principales términos ya están definidos.
Un acuerdo pragmático y sin estética compartida
El eje del pacto reside en la inclusión del PRO en los puestos 5° y 6° de la lista de diputados nacionales, lo que le garantizaría al espacio una banca segura y otra probable, según estimaciones de los armadores. Sin embargo, la boleta no incluirá ningún símbolo del PRO: ni el tradicional amarillo ni el nombre del partido. El sello será puramente libertario, en sintonía con lo acordado en la provincia de Buenos Aires.
“Es la posibilidad de no salir terceros”, deslizan desde el entorno de Macri para justificar el movimiento, incluso entre sectores que veían con recelo esta alianza, especialmente luego de la virulencia entre ambos espacios durante la campaña porteña de mayo. Fue, de hecho, el propio Macri quien se puso al frente de la negociación, dejando al margen a Jorge Macri, actual jefe de Gobierno porteño, enfrentado a los hermanos Milei.
La letra chica aún no fue revelada, pero se espera que el Senado quede en manos exclusivas de LLA, con una lista encabezada por Patricia Bullrich y, eventualmente, algún suplente designado por el expresidente. Este tipo de acuerdos replican la lógica bonaerense y tucumana, donde se formalizó una convergencia político-electoral entre los partidos. En otras provincias, como Entre Ríos, aún se negocia, mientras que en Chubut el gobernador Ignacio Torres ya descartó cualquier alianza con el oficialismo, al que calificó como “un error conceptual”.
Internas amarillas, críticas y fracturas visibles
Más allá del acuerdo, el pacto con LLA profundiza las grietas internas en el PRO. María Eugenia Vidal, una de las figuras históricas del espacio, ya anticipó que no será candidata ni apoyará una alianza con Milei, en línea con su postura crítica desde la campaña de mayo. Aunque no dejará el partido, se diferencia del rumbo que tomaron sus principales referentes.
La resistencia también se manifiesta en los márgenes: dirigentes del radicalismo porteño, de la Coalición Cívica y otros sectores que integraban Juntos por el Cambio cuestionan el alineamiento del PRO con un Gobierno que veta leyes de aumento a jubilados o emergencia en discapacidad. “No es sólo una estrategia electoral: es una renuncia ideológica”, advierten off the record.
El Congreso como tablero estratégico
El acercamiento entre el oficialismo y el PRO en CABA responde también a una necesidad política más profunda: sostener la gobernabilidad en el Congreso, en particular en la Cámara de Diputados. La Ley Bases y el paquete fiscal sólo avanzaron con el respaldo del bloque del PRO, y el oficialismo necesita conservar ese sostén para cualquier reforma futura.
En ese contexto, el armado porteño es clave para garantizar fidelidades en las listas y apuntalar acuerdos parlamentarios. Javier Milei valora especialmente el diálogo con Cristian Ritondo, y entiende que el equilibrio político en distritos como CABA y Provincia de Buenos Aires puede inclinar la balanza en el Congreso.
La jugada, sin embargo, no está exenta de riesgos: el PRO se diluye simbólicamente, pero mantiene presencia institucional, mientras que los libertarios buscan absorber parte de la estructura del macrismo sin resignar identidad. La boleta sin amarillo lo confirma: la nueva coalición no es fusión, sino absorción encubierta, con un fuerte componente personalista centrado en los hermanos Milei.
Un nuevo mapa político se empieza a delinear. En un escenario de fragmentación y realineamientos, la Ciudad de Buenos Aires se convierte en un laboratorio de alianzas pragmáticas, donde los límites ideológicos parecen más difusos que nunca. El poder, una vez más, se impone sobre las identidades partidarias.