La inseguridad de Jorge Macri: un año marcado por fracasos y cambios constantes en la Policía porteña

La gestión de seguridad del Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires enfrenta serias dificultades, reflejadas en los constantes cambios de autoridades al frente de la Policía de la Ciudad. Esta semana, el desplazamiento de Pablo Kisch y Jorge Azzolina como jefe y subjefe de la fuerza, tras la fuga de 17 presos de una comisaría en Liniers, marcó la tercera reestructuración en menos de un año.
El derrotero de cambios comenzó con Diego Kravetz, quien ejerció el cargo de jefe interino antes de retomar sus funciones como Secretario de Seguridad, secundando al ministro Waldo Wolff. Más tarde, Pablo Kisch asumió en medio de un caso emblemático: la captura de Abel Guzmán, un peluquero que asesinó a un compañero de trabajo y permaneció prófugo durante meses. Sin embargo, la promesa de garantizar seguridad para los porteños, hecha por Jorge Macri al momento de la designación de Kisch, quedó lejos de cumplirse.
Una gestión que no despega
Los sucesivos episodios delictivos y las graves fallas en la gestión penitenciaria evidencian problemas estructurales en la Policía de la Ciudad. La fuga de los 17 presos, que expuso negligencias graves en la Alcaidía 9, precipitó la llegada de Diego Casaló y Carla Mangiameli al mando de la fuerza. Si bien esta renovación trae nuevas expectativas, las urgencias son inmediatas: localizar a los prófugos restantes y restaurar la confianza en la institución.
Una estrategia cuestionable
En un intento de desviar la atención, el Ejecutivo porteño ha buscado responsabilizar a la Provincia de Buenos Aires por el incremento de episodios delictivos, señalando la supuesta falta de acción del gobernador Axel Kicillof. Sin embargo, esta estrategia contrasta con la realidad en la Ciudad, donde las cifras delictivas y los casos de negligencia policial continúan creciendo.
Año electoral y desafíos
El fracaso en consolidar políticas efectivas de seguridad se convierte en una amenaza para la administración de Jorge Macri, especialmente en un año electoral en el que cada error impacta directamente en las urnas. Aunque el macrismo intenta promover sus iniciativas en seguridad como un pilar de gestión, los despidos constantes y los casos emblemáticos de fallas operativas dejan en evidencia la disconformidad interna y las limitaciones estructurales de la fuerza.
Conclusión
La sucesión de cambios al frente de la Policía de la Ciudad es un reflejo de la falta de previsión y planificación en materia de seguridad. Con una campaña en puerta, el desafío de la gestión porteña será demostrar resultados concretos y recuperar la confianza de los vecinos, un objetivo que, hasta ahora, parece cada vez más lejano.