Indignación por las declaraciones de Francos sobre los bajos salarios en el Garrahan: “Ser residente es casi un premio”

El jefe de Gabinete minimizó los reclamos de cientos de profesionales del emblemático hospital infantil. La crisis por la precarización se agudiza tras una resolución que elimina derechos laborales.
Un “premio” que no alcanza para vivir
En plena crisis del sistema de salud pública y frente a la renuncia masiva de más de 220 profesionales en el Hospital Garrahan, el jefe de Gabinete de la Nación, Guillermo Francos, generó una fuerte polémica al justificar los bajos salarios de los residentes con una frase que provocó el repudio de trabajadores y especialistas. “Ser residente del Garrahan es casi un premio”, afirmó el funcionario en una entrevista televisiva, al ser consultado por la crítica situación del hospital pediátrico más importante del país.
Francos aseguró que quienes se forman en el Garrahan “reciben un barniz para poner en su currículum”, como si la reputación del hospital fuera una compensación suficiente por la precariedad y el deterioro salarial que denuncian los residentes. “Tradicionalmente esto eran becas las que se daban a los residentes”, intentó relativizar, omitiendo que durante años los trabajadores lograron conquistas que los posicionaban como empleados bajo normas laborales, con licencias, aportes jubilatorios y cobertura de ART.
Precarización institucionalizada
Las declaraciones del jefe de ministros se dan apenas semanas después de la Resolución 2109/2025 del Ministerio de Salud, que implicó una reforma profunda del régimen de residencias médicas a nivel nacional. La normativa elimina el vínculo laboral formal de los residentes y lo reemplaza por un sistema de “becas” sin derechos, lo que en la práctica degrada su estatus como trabajadores y profundiza la vulnerabilidad económica de quienes sostienen buena parte del funcionamiento hospitalario.
Según denuncian agrupaciones médicas, los residentes trabajan más de 68 horas semanales, cubriendo guardias, atención ambulatoria, tareas administrativas y formación académica, por salarios que en muchos casos no superan los 250.000 pesos mensuales, sin aportes previsionales ni seguridad social.
“Ahora quieren que trabajemos por un estipendio en negro, sin vacaciones, sin licencias, sin protección”, advirtió una médica residente en asamblea. Las condiciones, aseguran, empujan al éxodo de profesionales del sistema público y deterioran la calidad de atención a los pacientes.
Una crisis que no es nueva, pero que se profundiza
El Hospital Garrahan viene atravesando una etapa crítica desde principios de año, cuando el Gobierno nacional recortó partidas presupuestarias y congeló ingresos al plantel profesional. La parálisis de obras, la falta de insumos y la sobrecarga de tareas sobre un personal reducido dispararon múltiples protestas de médicos, enfermeros y residentes.
En ese marco, más de 220 profesionales presentaron su renuncia en los últimos meses, lo que representa un golpe al funcionamiento integral del hospital. “Hay sectores enteros sin cobertura, servicios pediátricos esenciales con personal mínimo y residentes que deben asumir tareas para las que no fueron capacitados”, denuncian desde la Asociación de Profesionales del Garrahan.
Fuerte repudio desde sectores gremiales y políticos
Las expresiones de Francos desataron una ola de críticas desde gremios de salud, universidades, legisladores y asociaciones médicas. “Es una vergüenza que se hable de ‘premio’ cuando estamos frente a una estafa laboral institucionalizada”, expresó el médico y diputado nacional Pablo Yedlin.
Por su parte, la FESPROSA y AMM (Asociación de Médicos Municipales) emitieron comunicados en los que exigen la inmediata derogación de la resolución 2109/2025, el reconocimiento de los residentes como trabajadores y una recomposición salarial urgente.
Un símbolo del desmantelamiento de la salud pública
El Garrahan no es un hospital más. Su prestigio, su modelo de atención y su historia como referente en medicina pediátrica de alta complejidad lo convierten en un emblema de la salud pública argentina. Pero hoy, es también símbolo de la crisis sanitaria que atraviesa el país, en un contexto de recortes presupuestarios, despidos y ajustes generalizados en el sistema público.
Mientras el Gobierno insiste en hablar de limitaciones presupuestarias, los trabajadores advierten que el verdadero costo es humano, y que detrás de cada renuncia o renunciamiento forzado hay niños y niñas que pierden acceso a atención de calidad.