Hacer frente a los discursos de odio
Vecinos De la Ciudad 23 junio, 2022 0
En Argentina y en el mundo asistimos a un concierto de odio y violencia. No podemos hablar del resurgimiento de estos discursos, pero sí de una intensificación. Las razones profundas de esa obscena impunidad exceden el espacio de estas líneas, pero podemos señalar que esta violencia (que no sólo es discursiva) adquiere mucha visibilidad a partir del rol de las redes sociales y del aparato mediático hegemónico que cuestiona poco dicha violencia e incluso, muchas veces, por no decir siempre, se suma, la amplía y le da más pantalla.
El racismo, la xenofobia, la misoginia, la discriminación, el negacionismo y la violencia política parecen recorrer las venas de aquellas minorías porque en este país,
“conquistar derechos provoca alegría, mientras perder privilegios provoca rencor” (Jauretche dixit)
y ese odio y rencor se ve en demasía en el discurso público y político. Ello se debe a la conquista de nuevos derechos por parte del colectivo de mujeres y diversidades. Esto lo deja bien en claro la Asociación Civil Comunicación para la Igualdad que realizó una investigación en donde se indica que un 67% de militantes feministas recibieron alguna amenaza en redes sociales durante el último año.
Ni hablar de la violencia política de la cual aún es víctima la Legisladora de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires por el Frente de Todos, Ofelia Fernandez, tanto en redes sociales, como por parte de algunos energúmenos, los cuales, lamentablemente, llegaron a ocupar bancas en la Legislatura.
La violencia y el odio no debería tener lugar en una Argentina que aprendió a confrontar y exigir justicia luego de los años más oscuros que nos tocó atravesar como país. Pero, hoy en día, tenemos la desgracia de que los cómplices civiles de la última dictadura cívico-militar, corporativa y eclesiástica, de que negacionistas hechos y derechos, ocupan bancas en la Cámara de Diputados de la Nación y en la Legislatura porteña, de que una abogada de genocidas tiene una banca desde la cual se permite cuestionar las políticas de Memoria, Verdad y Justicia con las que en este país pudimos comenzar a sanar una de las más grandes heridas que sufrimos como Pueblo.
Ahora bien, ¿a dónde nos quieren llevar con esta violencia y este odio? Estos discursos forman parte de la estrategia política de las derechas en todo el mundo. Sus impulsores reiteran a diario todo tipo de mentiras, que terminan instalándose como verdades en aquellos sectores de la comunidad a quienes están dirigidas. No se trata de manipular grandes porcentajes de la población, lo cual sin dudas sería muy difícil. El objetivo es atraer a una porción de votantes que son los que terminan definiendo una elección a partir de maniobras de manipulación para convencer que le conviene votar una propuesta que, en definitiva, lo va a perjudicar. Esas maniobras se basan en la descalificación del oponente, no sólo con falsedades sino, además y muy especialmente, con discursos de odio.
No tenemos que olvidarnos que en los peores momentos de la pandemia del COVID 19, los sectores más retardatarios impulsaron una campaña muy fuerte de descrédito de las medidas sanitarias tomadas para prevenir los contagios y que a ningún/a argentino/a le falte una cama. Para esto, utilizaron los recursos más deleznables que podrían pensarse: desde una nefasta acusación de “envenenar a la población” por la compra de una vacuna en particular, hasta quema de barbijos en la 9 de Julio o la colocación de bolsas mortuorias en la puerta de la Casa de Gobierno con el nombre de dirigentes del oficialismo… Ese es el nivel de odio al que llegaron.
Esa violencia y ese odio, construyeron y construyen sentido en la sociedad. Desde Mauricio Macri hablando del “curro de los Derechos Humanos” a hoy, dicha violencia y dicho odio fueron creciendo de manera preocupante y merece una urgente atención. Porque esto que sucede es grave y no podemos permitir que la violencia se siga reproduciendo ya que, hoy en día, esos discursos cuentan con terminales políticas. No es menor que tengamos Diputados y Legisladores que abiertamente defienden a los represores de la última dictadura cívico-militar y esta es una gran herida para nuestra democracia. Es momento de tomar cartas en el asunto como lo hicieron las madres y abuelas de Plaza de Mayo, pilar de la democracia que supimos conseguir.