
De cara al 2023, el Jefe de Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Horacio Rodríguez Larreta, compite en una carrera a la Presidencia contra otros dirigentes de Juntos, Juntos por el Cambio, Cambiemos o como se vayan a llamar el próximo año, pero con una agenda muy porteña y con poca presencia de una perspectiva federal.
Desde el fin del Gobierno de Mauricio Macri, y con el inicio de la pandemia del COVID-19, el mandatario porteño se buscó posicionar mediáticamente como el líder de su espacio. Es ahí donde surge la falsa división entre “halcones y palomas”, donde los primeros creían que había que intensificar su oposición al Gobierno de Alberto Fernández y Cristina Fernández de Kirchner y los segundos que debían tender puentes para construir un diálogo que supere “la grieta”. Esa supuesta división opositora quedó demostrado que era ficticia, porque cuando alguna palomita osa asomar la cabeza, vuelan los carpetazos internos, cosa que nunca le ha pasado a los halcones.
Ahora bien, en su carrera a Balcarce 50, Larreta se ha mostrado muy porteño, demostrando una casi nula vocación de tender lazos con el resto del territorio nacional. Una muestra de ello se dio cuando Alberto Fernández recuperó para la Provincia de Buenos Aires uno de los más de dos puntos de Coparticipación, que el ex Presidente Macri entregó a la CABA en enero de 2016 -por decreto- un día después de anunciarse el traspaso de la Policía Federal a este distrito. Todo esto, a costa de los intereses y las necesidades de las demás provincias. Cabe destacar que ese 2,35% excedía la carga fiscal por el traslado de la fuerza en cuestión.
Frente a la medida del Presidente de la Nación, fueron muchas las críticas que llovieron de parte de la oposición y de los medios de comunicación, que como ya sabemos, terminan funcionando como megáfono de este sector. Ante esa situación, Larreta le anunció a los/as porteños/as que “por culpa de Alberto” iban a tener peores plazas, colegios y hospitales… Ahora bien, ese aumento de la coparticipación, ¿No era para el traspaso de la policía? ¿Qué tenía que ver una cosa con la otra? ¿Qué sucedería si el resto de las provincias exigieran que se les devolviera el dinero que, arbitrariamente y por DNU, se le otorgó a la Ciudad más rica del país?
Estas preguntas podrían ser fáciles de responder haciendo un correcto diagnóstico y abordaje mediático, pero no es lo que ocurre lamentablemente. Hoy en día, luego del debate que se inició sobre el esquema de subsidios al transporte, esa falta de federalismo por parte del Jefe de Gobierno de la Ciudad se sigue profundizando, por más de que haya comenzado a visitar a gobernadores aliados.
Desde la salida de la convertibilidad, el esquema de subsidios al transporte público de pasajeros en Argentina presentó una compleja y laberíntica estructura en relación con los ingresos y el destino de los fondos. Es sabido y conocido que los gobernadores llevan adelante un reclamo histórico, porque la Ciudad es la única jurisdicción del país que recibe fondos para subsidiar líneas de colectivos que transportan pasajeros dentro del territorio.
$14.600 millones de pesos son los que destinó el Gobierno Nacional en subsidiar las 32 líneas de colectivos con recorrido dentro del distrito y cuando este esquema y el traspaso se comienza a discutir, en lugar de fortalecer su discurso a partir de la autonomía de la CABA, Rodriguez Larreta se victimiza y amenaza a los/as porteños/as con aumentar el pasaje a $45, operando de la misma manera en que lo hizo Macri tras el traspaso del subte.
No caben dudas de que Horacio Rodríguez Larreta está en carrera por ganar la interna de su espacio y luego competir para llegar al “sillón de Rivadavia”. Se apoya en recorridas, armado y voluntad, pero sin mirar que Argentina tiene 24 provincias y 24 problemas distintos que merecen una mirada integral. Al final, parafraseando en parte al Presidente de la Nación, Rodriguez Larreta no hace otra cosa que consolidarse en la carrera por el 2023 como el menos federal de los porteños. Desde su sede de gobierno en Parque Patricios se empecina por enseñarle a los gobernadores cómo deben “gestionar” sus territorios.