17 octubre, 2025

El debate que encendió la campaña porteña: entre obsesiones, cruces y estrategias

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A 18 días de las elecciones legislativas en la Ciudad de Buenos Aires, el debate obligatorio entre los 17 candidatos a la Legislatura marcó un punto de inflexión en una campaña que hasta el momento se mantenía en tono bajo. Celebrado en el Canal de la Ciudad y fiscalizado por el Instituto de Gestión Electoral, el encuentro duró cerca de tres horas y funcionó como un auténtico escenario de posicionamientos, estrategias comunicacionales y, sobre todo, enfrentamientos políticos. El gran ausente de hecho, pero no de palabra, fue el kirchnerismo, convertido en blanco preferido de los discursos, a pesar de no estar representado por ninguno de los candidatos.

Una campaña sin PASO y con discursos direccionados

Desde 2018, el Código Electoral porteño establece la obligatoriedad de un debate público entre todas las listas que participen en elecciones legislativas. En esta edición, sin Primarias Abiertas Simultáneas y Obligatorias (PASO), el debate fue la única oportunidad de ver a todos los candidatos en igualdad de condiciones. Pero la “igualdad” fue solo formal: las diferencias en tono, preparación y exposición fueron evidentes.

Lejos de concentrarse en problemas concretos como la inseguridad, el acceso a la vivienda, la educación pública o la crisis habitacional, gran parte del tiempo fue invertido en embestidas contra “el kirchnerismo”, que funcionó más como eslogan de campaña que como actor real en el escenario porteño. Como dato ilustrativo, ningún candidato se definió como kirchnerista, y varios incluso se ocuparon de tomar distancia explícita.

Lospennato, entre la incomodidad y el aislamiento

La candidata del PRO, Silvia Lospennato, fue sin dudas quien ocupó el lugar más complejo del panel. No solo recibió críticas desde la izquierda, sino también desde sus antiguos aliados. Su insistencia en temas como los “trapitos” y su defensa del rumbo económico del Gobierno Nacional le valieron embates desde diversos flancos. A pesar de llegar al debate acompañada por María Eugenia Vidal, la candidata se negó a hablar con la prensa, lo que reforzó su imagen de aislamiento.

En contraste, Horacio Rodríguez Larreta se dedicó a criticar abiertamente la gestión actual de Jorge Macri. “Están haciendo campaña con los logros de mi gestión y no inauguraron una sola obra”, disparó. Cerró con una confesión ambiciosa: “Quiero volver a ser jefe de Gobierno”.

Cruces, sarcasmos y frases virales

El evento no estuvo exento de momentos picantes, risueños y, por momentos, casi bizarros. Mila Zurbriggen provocó carcajadas en el estudio al cuestionar a Yamil Santoro por copiar la estética de otra lista. El aludido admitió sin rodeos: “Fue una estrategia de marketing”.

El cruce entre Ramiro Marra y Yamil Santoro, acusándose mutuamente de “copiar propuestas” en temas como los “fisuras”, también generó risas. Pero quizás la intervención más provocadora vino del vocero presidencial, Manuel Adorni, quien declaró que el Canal de la Ciudad “debería cerrarse”, justo después de haber sido el anfitrión técnico del debate.

El “cuco” kirchnerista y el juego de los espejos

El dato político más llamativo fue la omnipresencia retórica del kirchnerismo. Fue el eje de ataque preferido, especialmente para los candidatos de la derecha libertaria y sectores del PRO. Sin embargo, el kirchnerismo nunca gobernó la ciudad, ni tuvo mayoría en la Legislatura porteña, lo que convierte su lugar en el debate en un fenómeno más simbólico que real.

Leandro Santoro, uno de los pocos que logró salir de esa lógica, acusó a sus contrincantes de gobernar “con más negocios que gestión”. “Vine a este debate a dar pelea contra el abandono de Jorge Macri y la crueldad de Milei”, afirmó. Cuando Adorni intentó arrinconarlo con una pregunta sobre su supuesto kirchnerismo, Santoro fue claro: “Yo soy Santoro, no me escondo atrás de nadie”.

En otro intercambio tenso, Adorni le negó la palabra a Federico Winokur de La Izquierda, diciendo que “ningún comunista tiene habilidad moral para ocupar un cargo público”. “Facho”, se escuchó desde el fondo del estudio, mientras Winokur respondió: “Con tu gobierno, el 70% de los jubilados cobra $366.000. No veo de qué te reís”.

Candidatos, escenas y acompañantes

Las puestas en escena también marcaron la jornada. Desde Ricardo Caruso Lombardi, que llegó primero con referencias futboleras y tono de “hombre común”, hasta Yamil Santoro, que aprovechó los flashes para aparecer con un perrito con moño rosa como símbolo de su compromiso con las mascotas.

Los acompañantes también dijeron mucho sin hablar: Larreta llegó con Jorge Telerman, Santoro con su pareja y su equipo de campaña, Eva Koutsovitis con Claudio Lozano, Adorni con Santiago Caputo. El detalle: Vidal y Larreta se cruzaron al salir sin siquiera saludarse, pese a su largo historial político compartido.

Presentaciones breves, identidades marcadas

El minuto de presentación con que comenzó el debate fue revelador. Adorni se presentó como vocero de Milei y evitó hablar de la ciudad. Santoro pidió frenar “la crueldad y el abandono”. Lula Levy buscó representar a una “nueva generación”. Lospennato repitió el eslogan del PRO: “Vamos por más”. Larreta apeló al recuerdo de su gestión: “Vos me conocés”.

Otros apelaron a discursos más ideológicos: Luca Bonfanti, en representación de la izquierda, se definió como “zurdo, socialista y orgulloso de ser odiado por este gobierno”; Federico Winokur reclamó una izquierda que no se obsesione con los cargos; Alejandro Kim apeló al comercio y al peronismo de base; Eva Koutsovitis propuso una agenda verde y social; Marcelo Peretta propuso “remedios para la ciudad”; y Ramiro Marra se presentó como “opositor a todos los kirchneristas y a toda la izquierda”.

Un debate, todas las fuerzas

El evento cumplió su cometido de visibilizar las propuestas (o al menos las identidades políticas) de cada fuerza. Pero también expuso una campaña centrada más en eslóganes y antagonismos que en diagnósticos y soluciones reales para los problemas estructurales de la Ciudad de Buenos Aires.

Mientras los candidatos compiten por quién golpea más duro al rival simbólico, los problemas concretos de los porteños —acceso a la vivienda, calidad de los servicios públicos, educación, seguridad y desigualdad— siguen esperando respuestas de fondo.

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