16 octubre, 2025

Una breve guía para entender un conflicto de poderes que parece alejado de los problemas reales de la sociedad, pero en el que se juegan cosas importantes.


En las últimas semanas el Consejo de la Magistratura ha ocupado los titulares de diarios y portales, el prime time televisivo y las columnas de opinión en las radios. Es un tema que concentra la atención tanto del oficialismo como de la oposición, que involucra al poder judicial, por supuesto, y tiene en vilo al poder económico sobre cómo terminará la disputa. Por momentos nos distrae de temas más acuciantes como la inflación. Entonces, ¿en dónde radica tanto interés? Intentaremos explicar la centralidad de este tema paso por paso.


FUNCIONES


    El Consejo de la Magistratura (CM) es una “comisión mixta” tal como lo define el Dr. Enrique Hidalgo, Secretario Parlamentario de la Honorable Cámara de Diputados, y se puede leer en la página web de dicho cuerpo. El carácter mixto radica en que está compuesta por representantes de diferentes instituciones. El CM tiene como función nombrar y ratificar a los jueces, y a los fiscales del Ministerio público; asimismo, le corresponde procesar disciplinariamente a los jueces y fiscales, y, eventualmente, destituirlos. Otra función, no menor, es la del control presupuestario del poder judicial.


   Hasta acá lo básico, ¿pero cómo llegamos a que el presidente de la Corte Suprema de Justicia se autonombre como cabeza del Consejo?


ORÍGENES


   Empecemos por el principio. El Consejo es un órgano creado por la reforma constitucional del ´94 bajo la presidencia de Menem. Se intentó transparentar la selección de los jueces que hasta el momento eran elegidos discrecionalmente por el presidente, con el visto bueno del Senado de la nación. Su organización pasa a depender de una ley que debe ser sancionada por la mayoría absoluta en ambas cámaras del Congreso. 


   El CM comenzó a funcionar por primera vez en 1998, presidido por el entonces presidente de la Corte Suprema Julio Nazareno y conformado por otros 19 miembros: 4 jueces, 8 legisladores, 1 representante del Ejecutivo, 4 abogados y 2 académicos. El resultado es evidente: la balanza quedó claramente inclinada en favor de la familia judicial por sobre el poder que se somete a elecciones.


REFORMA


   En 2006, con Nestor Kirchner aun en la presidencia y con el impulso de Cristina como senadora, se reforma la composición reduciendo el número de miembros: los jueces pasan de 4 a 3, los legisladores de 8 a 6, los representantes de los abogados de 4 a 2, mientras que 1 plaza tanto para el poder ejecutivo como para el ámbito académico. En aquel momento, y basándose en una supremacía del poder político, por el resto de la integración del consejo, fue el Colegio de Abogados de la Ciudad de Buenos Aires quien hizo el cuestionamiento que llegaría a la Corte Suprema para descansar allí durante los próximos quince años.


FALLO DE LA CORTE


   Después de una larga espera, en diciembre del año pasado los cuatro jueces Rosatti, Rosenkrantz, Maqueda y Lorenzetti finalmente confirmaron la inconstitucionalidad de la reforma del CM, y dieron plazo hasta el pasado 14 de abril para que el congreso sancione una nueva ley.


   Rápidamente Alberto Fernandez envió un proyecto de ley que propone un total de 17 miembros:  4 jueces, 6 legisladores, 4 abogados, 1 representante del Ejecutivo y 2 académicos. Tal como pretendía la Corte, el sector político pierde mayoría, aunque lejos podía estar esa mayoría de implicar una unidad de acción. La casta judicial recupera el control.


   Sin embargo, en los primeros días de abril y después de que el Senado le diera media sanción, el proyecto se quedó sin tiempo ya que el Frente de Todos no reúne los votos necesarios para tratarlo en Diputados.


PLAZO CUMPLIDO


   El 15 de abril, con la fecha estipulada vencida, quedó sin efecto la reforma del 2006 y se retrotrae al estadio anterior con mayoría del sector no electo. Esto le abrió el lugar a Horacio Rosatti para colocarse en la presidencia del Consejo, tal como lo dictaba la antigua reglamentación. Recordemos que el presidente de la Corte se votó a sí mismo para presidirla.


GAMBITO DE DAMA


    Pero Rosatti no es el único que juega fuerte. El Frente de Todos partió su bloque en el Senado y conformó uno nuevo con el nombre de Unidad Ciudadana, el sello partidario con el que Cristina Fernández de Kirchner participó en las elecciones de medio término de 2017. Esta maniobra le permite a este sector designar al consejero de la primera minoría.


    La ruptura en el Senado puede parecer una muestra de las diferencias en el seno de la coalición gobernante, pero lo cierto es que le permite sostener una más amplia representación ante el total alineamiento entre el poder judicial y los delegados de Juntos por el Cambio.


NUEVAS DESIGNACIONES


    El santafecino Rosatti ya le tomó juramento a cuatro nuevas consejeras: la jueza Agustina Díaz Cordero (que se suma a Recondo, Culotta y Lugones en representación de los jueces), las abogadas Jimena de la Torre y María Fernanda Vázquez (que se suman a Marías y Matterson en representación de los abogados), y la profesora Pamela Tolosa (que se suma a Diego Molea por el sector académico).


   Por su parte, Sergio Massa designó a la radical Roxana Nahir Reyes para encarnar a la cámara de diputados, mientras que en el lugar que le corresponde al senado, fue nombrado Martin Doñate. senador del Frente de Todos por Rio Negro. Ellos se suman a los senadores María Inés Pilatti Vergara (FdT, Chaco), Mariano Recalde (FdT, CABA) y Silvia Giacoppo (JxC, Jujuy); y a los diputados Pablo Tonelli (JxC, CABA), Graciela Camaño (Consenso Federal, Buenos Aires) y Vanesa Siley (FdT, Buenos Aires).


PRIMERA MEDIDA


   Luego de la toma de juramento, la nueva composición del órgano tomó una primera medida por unanimidad: expulsar de un concurso al juez federal  Walter Bento, procesado por asociación ilícita en Mendoza. Una muestra de que se intenta dar señales de que el consejo no va a entrar en una virtual parálisis a causa de la feroz disputa de la que es escenario.


   Sin lugar a dudas tendremos más escaramuzas en esta guerra de poder que nadie quiere dar por perdida.

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