Asesinato de Susana Montoya Intensifica Amenazas Contra Militantes de Derechos Humanos en Argentina

Las amenazas contra militantes por los derechos humanos han escalado a niveles alarmantes, culminando este fin de semana con el asesinato de Susana Beatriz Montoya. Viuda de Ricardo Fermín Albareda, un subcomisario torturado y asesinado tras su desaparición en 1979, Montoya era también madre de Fernando Albareda, militante de HIJOS, quien en diciembre pasado ya había recibido amenazas. Los asesinos dejaron un mensaje escalofriante en las paredes de su casa: “Los vamos a matar a todos. Ahora vamos por tus hijos. Policía”.
Reacción de Estela de Carlotto
La presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo, Estela de Carlotto, expresó su indignación y denunció que el Estado, encargado de proteger a sus ciudadanos, tiene individuos que celebran el sufrimiento y la muerte. “El Estado, que nos tiene que cuidar, tiene gente que está feliz de traer muerte, dolor, detenciones irregulares, etc. Esto pasa de castaño a oscuro. El Gobierno actual quiere entorpecer la historia de nuestro país, cambiarla”, declaró en diálogo con C5N.
Carlotto señaló que Argentina atraviesa momentos “muy difíciles”, comparables a la etapa más oscura de su historia, subrayando que se están burlando de las víctimas de la dictadura al cuestionar la cifra de 30 mil desaparecidos. “Estamos en un enfrentamiento en el que tenemos que tomar normas los organismos de derechos humanos y todos aquellos que entiendan que están cambiando la historia para repetirla o para que la historia quede entorpecida en su verdad”, afirmó.
Pedido de Justicia
La referente de derechos humanos instó al Gobierno a llevar a cabo una investigación exhaustiva para identificar a los responsables del asesinato de Montoya. Además, anticipó que esta semana los organismos de derechos humanos emitirán una declaración contundente contra el Gobierno.
Detalles del Asesinato
Susana Beatriz Montoya fue hallada sin vida con evidentes signos de un fuerte golpe en la cabeza. El mensaje dejado en la pared de su vivienda estaba dirigido a su hijo, Fernando Albareda, en una clara amenaza que revela la continuidad del odio y la violencia que marcó la dictadura.
Este trágico suceso subraya la urgente necesidad de reforzar la protección y apoyo a los militantes y defensores de los derechos humanos en Argentina, en un contexto donde las amenazas y agresiones parecen resurgir con peligrosa intensidad.